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Sombra de Ti [Personal] 28 septiembre, 2011

Posted by José M. Saucedo in Personal.
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Ha pasado mucho tiempo desde que escribí mi última nota personal en este sitio y la verdad (si no fue particularmente obvio en su momento), debo confesarles que la gran mayoría de la veces esas notas no eran más que parte en un proyecto personal que comencé hace un par de años, no buscando ser alguien mejor, sino deseando entenderme un poco más. Cada texto, tanto los publicados como otros muchos que fueron borrados o que seguro jamás saldrán del disco duro de mi computadora, no eran más que una forma de tomar una idea, un sentimiento o una ansiedad que había descubierto en mi y pues, sólo acomodándolo en un escrito es como encontré la manera de enfrentarlo, algunas veces para entenderlo y otras nada más para aceptar que existía, así, sin importar que me gustara o no…

Han sido muchas y muy diversas las experiencias que han ocurrido en mi vida desde la última misiva que publiqué aquí y la verdad, enfrentarme nuevamente a una página en blanco para contarme contarles lo que esta ocurriendo en mi existencia es un reto que había puesto a un lado, quizá por una carga de trabajo mucho más grande de la que yo mismo esperaba o simplemente por el temor de tener que ponerme a asimilar lo que esta pasando a mi alrededor desde un punto de vista muy distinto al que tenía hace un par de años. Al final, como se dice comúnmente, todo plazo debe cumplirse tarde o temprano y ahora, con las gotas de lluvia golpeando mi ventana y pensando que en otro momento ya me hubiera acabado una cajetilla de cigarros nada más pensando que es lo que quiero comunicar en esta entrega nota, comienzo a ordenar mis ideas para ver que es lo que me ha llevado a escribir esta misiva.

Al momento de comenzar este párrafo están pasando muchas imágenes, rostros nuevos, anécdotas interesantes y uno que otro comentario que todavía me da risa. Se que me gustaría comentarles todo lo que veo con mis recuerdos pero, la verdad, creo que la razón central por la que comencé a redactar esta misiva no es la memoria reciente de mis experiencias sino de las que he tenido con ustedes; la manera en como ha cambiado mi manera de ver, sentir y acercarme a los demás, tanto aquellos que apenas comienzan a ser parte de mi vida como aquellos que tienen mucho tiempo en ella o simple y sencillamente ya no están ahí.

Ya en otra ocasión he comentado que soy una persona solitaria (que, aclaro, no es lo mismo que una persona “sola”) y que la melancolía que durante muchos años me provocó este rasgo de mi personalidad generó una desesperada necesidad de atención y de cariño. Esta situación debrayó en actitudes que en más de una ocasión hicieron que yo cediera mi lugar ante otros con tal de no sentirme rechazado o ignorado por quien fuera, algo que en más de una ocasión se veía en reflejado en mi trabajo, en el trato con casi cualquier persona y en un increíble sentimiento de culpa por incomodar hasta en la más insignificante estupidez a otra persona, la conociera o no.

Afortunadamente tanto para ustedes como para mí, la intención con la que busco escribir estas líneas no quiero que siga esa mentada formalidad trágica con la que comúnmente escribo, y es porque el día de hoy me di cuenta que eso no es más que un estilo, una forma de escribir que es más hábito que realidad. Antes yo me la creía y proyectaba esa “tristeza” que al final resulto ser, justamente, la razón por la que comencé estos textos, una falta de reconocimiento personal que poco a poco ha estado disipándose y dando lugar a otras actitudes ante la vida y mi trato con el mundo que no sólo han hecho estos textos más sencillos de escribir de lo que yo mismo esperaba, sino que también –irónicamente- les han quitado esa “chispa” de reflexión generalizada que muchos encontraron en mis lamentaciones pasadas.

Ahora, la duda que me invade no esta con saberme más dispuesto a enfrentar y entender mis situaciones personales, ya sea con la ayuda de un texto como éste o con una buena caminata por la calles cercanas, sino en lo que vendrá después y como es que debo enfrentarlo y también, por cuanto tiempo. En estos meses donde me cambie de casa, me hice del trabajo que necesitaba (y que, afortunadamente no es el que quería), dejé el cigarro y fui decepcionado una vez más por amigos, compañeros de trabajo y un prospecto a pareja, también he redescubierto muchas amistades, conocido otras nuevas y me he dado cuenta que todo ese tiempo que estuve azotándome por creerme / sentirme “menos” no fue más que una pérdida de tiempo.

Claro, no voy a decir que ahora ando con la frente en alto todo el tiempo, sintiéndome el invencible caballero de armadura oxidada, por supuesto que no, ese es un ideal que así como se ve bien bonito y atractivo, también es más estorboso que realista o funcional. Ahora, la solución a la que llegado estos meses y que descubro ahora que estoy aquí sentado con ustedes y con mis emociones es la del flujo, la de dejar que las cosas ocurran sin esperar nada e intervenir sólo cuando sea necesario. Así es como se mueve la vida, tanto la suya como la mía, y el camino que ésta siga sólo puede determinarse de lo que vamos aprendiendo de las experiencias recibidas y como alguna vez me lo demostró una maestra y buena amia hace muchos años, la única manera de aprender realmente es estar dispuesto a hacerlo, sin prejuicios ni predisposiciones.

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